En el Camino de Santiago trabaja divina Alicia, el hada del Caurel. Su tarea es acercarse a los peregrinos a escucharlos suspirar:
- ¿Me cruzaré con un amor? A eso he venido. Quiero uno transparente y luminoso.
Pero avanzar en fila como las hormigas dificulta el encuentro de los amantes. Por eso Alicia recorre el camino al revés con su farocleta mirando a los ojos de los solitarios. Sí los tienen anhelantes y respiran con fuerza les pregunta:
- ¿Cómo te llamas?
- Martina
- ¿Buscas un amor de largo recorrido?
- Sí, la verdad que sí.
- Pues está cerca, lo he visto en Piedrafita, empapado por la lluvia. Tiene manos de carpintero, y sueños entrecortados.
- ¿Me dará alegrías?
- Una detrás de otra. ¿Lo esperaras?
- En esta roca con mis prismáticos azules.
Oscurece, El hada se despide contenta de Martina. Enciende su faro para guiar a las aves como a los barcos y encontrar viajeros taciturnos en la noche. Cuando iba pasando la noche el hada vio pasar a un chico, con la cara muy triste, lo paró y le miró fijamente a los ojos.
- Hola, soy Alicia, el hada del Caurel. ¿Dónde vas con esa cara tan triste? ¿buscas un amor de larga duración?
- Hola Alicia, soy Óscar el príncipe de Huesca y tengo esta cara porque nadie me quiere en mi reino. Y sí, estoy buscando un amor de larga duración.
- Óscar, si retrocedes un poco te encontrarás a Martina. Pero tienes que cumplir con dos condiciones: darle alegrías e irla a buscar donde ella está. ¿Lo harás?.
- Lo haré encantado, pero con las pintas que llevo, dudo que ella se fije en mí, aunque le diga que soy un príncipe.
- Ella tendrá que abrir su corazón, ya que tiene que decidir entre dos personas. Un chico que viene de Piedrafita y tú.
- Seguro que le escoge a él, llevo días sin ducharme y llevo la ropa toda sucia.
- El otro chico que se tendrá que batir contigo no está mucho más presentable que tú, así que no te preocupes.
- Te haré caso y retrocederé hasta encontrar a la chica y veremos a ver qué pasa.
Los dos iniciaron sus respectivos caminos, el hada siguió buscando más viajeros y el muchacho se puso en la búsqueda de la muchacha. Por otra parte, el chico que venía de Piedrafita ya estaba muy cerca de Martina, donde ella le seguía esperando con sus prismáticos, lo que este no sabía es que se encontraría con otro joven y apuesto caballero. De repente el chico que venía de Piedrafita vio a la chica con los prismáticos azules y:
- Madre mía ahí está la chica de la que me hablo el hada. Es tan bonita. Además, aunque lleve días caminando por aquí va tan bien vestida y yo voy hecho un asco. Me voy a meter detrás de ese arbusto y sacaré mis mejores galas para así sorprenderla.
El muchacho termino de cambiarse rápidamente y salió en busca de la chica dándole un susto y ésta empezó a gritar. Justo en ese momento el otro chico estaba llegando donde se encontraban los otros dos. Martina se acercó al que acababa de salir de detrás del arbusto y empezó a hablar con él.
- ¿Quién es usted? ¿Qué hacía detrás de ese arbusto?
- Soy Sergio y vengo desde Piedrafita buscando un amor de largo recorrido. Alicia el hada me dijo que siguiera mi camino y que en él ella pondría a alguien para encontrarse conmigo ¿me pregunto si serás tú?
- Yo también me crucé con el hada, en este mismo lugar. Y me dijo que esperase aquí, que estaba en camino un chico que venía de Piedrafita.
- Ese soy yo. Me estaba cambiando para que me vieras un poco más presentable.
Martina se quedó con la boca abierta de lo presumido qué era. Mientras que veía acercarse al otro muchacho, ella seguía hablando con Sergio, pero miraba con cara de pena la llegada del muchacho. Le pidió a Sergio que esperara un momento y fue corriendo hasta el recién llegado.
- Hola hermoso y dulce caballero. Soy Martina ¿necesita usted algo?
- Hola bella dama, vengo buscando a una chica que según el hada del Caurel estaba por aquí y su único requisito es que se le dieran alegrías.
- Soy yo, pero es raro, ya que ella solo me hablo de aquel muchacho.
- No me trates de usted por favor, me llamo Óscar. El hada no te hablo de mi porque cuando tú la conociste ella aún no me conocía a mí. Me vio un poco más adelante y tuve que retroceder un poco.
- Hola Óscar, soy Martina. Me siento muy alabada de que te hayas dado la vuelta para conocerme.
Martina le pidió con la mano a Óscar Que se acercaran a hablar con el otro chico y así poder conocerlo mejor.
- Hola de nuevo Sergio, te presento a Óscar. A él también lo manda el hada.
- Hola Óscar, encantado de conocerte. veo que el Camino de Santiago no se te está haciendo muy fácil, o al menos eso dice tú estado físico y tu forma de vestir, poco adecuado para esta señorita.
- Hola Sergio, el camino no se me está haciendo complicado y respecto mi estado físico y mi forma de vestir, si estoy así es porque no me preocupo de estar parando cada media hora, si estoy aquí es para lograr hacer el Camino, y sí, mi aseo personal es importante, pero también lo es el terminar el Camino.
- Disculpa amigo, pero no quise ofenderte. Solo es que se merece lo mejor.
- Y te aseguro que tendrá lo mejor, pero no creo el que yo me cambie diez veces de ropa al día afecte mucho.
Los dos chicos se miraron desafiantes, mientras que la chica se mostraba pensativa.
- Chicos no os peleéis, No merece la pena pelearse y menos por mí que no tengo nada que ofreceros.
- Eso no es verdad, tú tienes mucho que ofrecer.
Le dijo Óscar. Mientras tanto Sergio miraba la hora en un pequeño reloj que tenía en su muñeca izquierda. Era tarde por lo que:
- chicos deberíamos de buscar un sitio donde dormir calentitos y dignamente.
Los otros dos se juntaron a hablar un momento:
- Óscar yo no sé lo que pretende el compañero, pero no me puedo permitir dormir en grandes sitios de lujo. Estoy durmiendo en mi tienda de campaña y solo paro una vez al día en un hotel barato para ducharme y descansar algo.
- Tranquila yo hago lo mismo, no hay por qué gastarse mucho dinero para hacer las cosas. Mira aquí está mi tienda, es muy calentita y yo creo que no hace falta que montes la tuya, aquí entramos los dos.
- ¿Pero y sí viene el compañero? Mejor cada uno en la suya .
- Vamos a hablar con él y ya decidimos.
Martina tomó la palabra:
- Hola Sergio he estado hablando con el compañero y nos gustaría saber dónde quieres dormir.
- Me gustaría dormir en un hotelito qué hay a unos quince minutos. Es de tres estrellas.
Los dos chicos se miraron y se retiraron un momento del compañero.
- Óscar yo no me puedo permitir lo que este chico quiere, yo prefiero dormir en la tienda de campaña y ducharme en una ducha común.
- Estoy de acuerdo.
Se acercaron a Sergio y le contaron lo que habían estado hablando, a lo que éste no recibió de buen grado.
- No es tanto dinero, por favor no me dejéis solo.
Óscar y Martina se miraron y dijeron al unísono:
- tenemos tiendas de campaña así que dormiremos en ellas.
Miraron con tristeza a su compañero y se dispusieron a emprender el rumbo. Encontraron un sitio donde quedarse y:
- no te preocupes que yo me encargaré de poner la tienda, tú descansa.
Cuando la tienda estuvo lista se metieron en ella dispuestos a dormir, pero se pusieron a hablar.
- Martina tengo que confesarte algo que espero que no te aleje de mí.
- Soy el príncipe de Huesca. Tengo grandes posesiones, pero cómo ves no me gustan los lujos. Me gustaría que pasaras un tiempo allí conmigo después del Camino.
Ella acepto encantada.
- Pero tengo muy poca ropa conmigo.
- No te preocupes, mis hombres te acompañarán a tu casa para recoger tus cosas y luego regresaréis.
- Muchas gracias, Óscar eres un amor
Martina y Óscar se dieron ahí su primer beso. Terminaron el Camino de Santiago y ahora viven felices en una casita de Huesca, ya que Óscar abandonó sus tierras y pronto se casaron