María y Juan son una entrañable pareja de ancianos que viven en Almuñécar. En primera línea de playa. Ella tiene 73 años y el 80. Son un matrimonio feliz, pero Juan está entrando en un principio de Alzheimer. El matrimonio, tiene una hija que se llama Beatriz. Ella vive en Londres y está casada con Marcos, un famoso locutor de la radio inglesa. Ellos viven en el mismo Londres y tienen una casa enorme. Recientemente acaban de tener un bebé, pero sus abuelos maternos aún no la conocían debido a que tenían miedo a que o los unos o los otros se contagiasen el coronavirus, y eso sería fatal tanto para la bebé como para los ancianos.
María, veía que la enfermedad de su marido cada vez iba avanzando más, y pese al miedo y que tenían tanto ella como su hija, decidió hablar con el médico de su marido para ver si sería bueno que este conociese a su nieta antes de que perdiese la memoria del todo. Al ir a consulta el doctor les dijo que sería muy beneficioso para el anciano ya que podría activar de alguna manera sus neuronas. Pero que deberían de tener muchísima precaución con el lavado de manos, el uso de mascarillas, y sobre todo ventilar muy bien los espacios, ya que tanto la pequeña como Juan eran grupo de riesgo.
Una vez que hablaron con el médico, se pasaron por la agencia de viajes a coger los billetes de avión. Saldrían en dos días. Al llegar a casa la pareja se dispuso a hacer las maletas y en el rato que estuvieron haciéndolas a la mujer le tocó explicarle a su marido dónde y a qué iban varias veces. El domingo a las 10 am cogieron el avión. Durante el viaje nuestro hombre se desorientó un montón y encima su mujer se empezó a encontrar mal. Inmediatamente el vuelo se paró en el aeropuerto más cercano y pusieron a todos los pasajeros en cuarentena. María dio positivo e ingresó en el hospital por su edad. por otra parte, a su marido se le llevaron a una residencia medicalizada, aunque dio negativo, pero necesitaba atención por su patología. Su familia le iba a visitar a la residencia todos los días. La primera vez fue María sola, y fue raro, ya que salvo algún momento de lucidez no conoció a su hija y no hacía más que preguntar por su mujer. A los tres días como vieron que el ingreso de su mujer se alargaba y que la cosa no tenía buena pinta decidieron llevarse a Juan a casa y allí presentarle a su nieta. En lo que hacían el viaje a casa, llamaron del hospital. María no había superado el virus y acababa de morir. Tenían que decírselo su marido, pero no sabían cómo iba a reaccionar. Lo primero que hicieron al llegar a casa fue presentarle a su nieta, no entendía muy bien de dónde había salido aquella preciosa niña, pero estaba encantado con ella.
Cuando le dijeron lo de su mujer parecía aparentemente sereno, pero decidieron que no participaría de los actos. Cuando abrieron el testamento, la hija decidió usar su parte de la herencia en la investigación del Alzheimer y con ayuda de su marido montaron una gran campaña en medios de comunicación. Hicieron rifas de lo que previamente habían hecho los ancianos afectados por Alzheimer en sus talleres y con el dinero recaudado más la aportación que dio el ayuntamiento se construyó un centro grandísimo para la investigación de la enfermedad y a él también acudían los afectados a realizar fisio, terapia ocupacional y un montón de cosas que les venían muy bien para mantener la cabeza activa.