Ismael y su historia de amor a los 83
Ismael, tiene 83 años, él vive con dos de sus tres hijos, Alfredo y Margarita, en una preciosa casa en el barrio de Chamberí. Todas las tardes va a jugar la partida con sus amigos al hogar del jubilado. Allí juega al dominó, las cartas, el bingo… El siempre acostumbra a ir vestido de traje, pero era consciente de que sus hijos siempre le criticaban, porque decían que a esos sitios se tenía que ir de sport. Siempre estaban discutiendo por ello, pero el siempre defendía su postura. Su familia llegó hasta a ir a hablar con el director del centro, el cual les dijo que si Ismael iba limpio y aseado como era el caso, ellos no le iban a prohibir que se vistiera de una manera o de otra. Los familiares amenazaron con cambiarle centro, a lo cual Javier, que así se llamaba el director del centro, les dijo que no tenían nada que hacer ya que la asignación de centros la hacía la Comunidad de Madrid, y lo único que les quedaba era pagar uno privado, y que el supiera no estaban en condiciones de pagar uno. De momento Ismael sólo iba un rato por las tardes a jugar la partida, pero ese centro estaba pensado ya en el día de mañana cuando él no tuviese autonomía y alguien tuviera que atenderle, ya que tenía residencia, centro de día, fisioterapia etc. para los servicios que ahora mismo estaba utilizando no tenía que pagar nada, pero para cuando más adelante necesitase otras cosas tendría todo subvencionado. Javier también les explicó que no podían obligarle a vestirse de una determinada forma, ya que tenía la cabeza en perfectas condiciones, y podría ser perjudicial para el cuidador principal, ya que podrían quitarle los derechos y o bien dárselos a otro familiar o meterle en una residencia. Los hijos de Ismael se miraron entre sí, porque lo que no sabía nadie es que ellos guardaban un secreto, y es que maltrataban psicológicamente al anciano, por lo que si no querían ser descubiertos no les iba a quedar más remedio que cambiar de actitud. Le dijeron a Javier que entendían perfectamente lo que les había explicado, y que a partir de ahora Ismael podría vestir como él quisiera, y que ellos respetarían su decisión. Este les dijo que era lo mejor, ya que, aunque Ismael tuviera avanzada edad él era libre para tener una vida plena. Cuando llegaron a casa lo primero que hicieron fue llamar a su hermano Francisco, y contarle lo que habían hablado con el director del centro. Le pidieron que por favor viniese a su casa, que tenían que hablar sobre su padre urgentemente, y tenían que aprovechar después de comer, cuando él se iba a jugar la partida, así que lo bueno sería que viniera a comer y así le veía un rato y luego se quedaban los tres hablando y así no sospecharía nada. Francisco aceptó, y puntualmente a la 1:30 estaba entrando por la puerta. Su padre se llevó una gran sorpresa al ver que ese día comerían todos juntos, por lo que fue a cambiarse de ropa y a ponerse sus mejores galas. Disfruto mucho de la comida, pero aun así comió muy deprisa, ya que se tenía que ir a jugar su partida, porque lo que nadie sabía es que el sí guardaba un gran secreto, y es que desde hace un año había empezado a ir una simpática abuelita al centro a jugar la partida también, y a pesar de la avanzada edad de los dos ya que ella tiene 87 años, se habían enamorado perdidamente. Esa era la razón por la cual Ismael se arreglaba tanto para ir a jugar, y por la que a pesar del impedimento de su familia él seguía luchando cada día para que nadie le quitara su ilusión. Lo que nadie sabía es que en breve la pareja se iría a vivir juntos a la residencia de la cual dependía el club donde jugaban la partida, y ese día no iba a tardar mucho, ya que estaba programado para dentro de una semana. Esa semana en casa de Ismael parece que las cosas se relajaron un poco, ya que en la reunión que tuvieron sus hijos, acordaron que iban a dejar a su padre un poco más a su aire, al menos de momento, el caos llegó el día en que Ismael se puso a hacer las maletas. Sus familiares le intentaron detener contra viento y marea, pero él les dio una gran lección, y les dijo que el amor no tiene edad, y que no estaba dispuesto a seguir recibiendo su maltrato psicológico lo que le quedaba de vida. Así que se marchaba a ser feliz, y les deseaba todo lo mejor. Así fue como Ismael y Josefina empezaron su historia de amor en la residencia, donde a partir de ahora serían libres, y nunca nadie les volvería a decir lo que tenían que hacer o dejar de hacer, sino que les tratarían con todo el amor del mundo.