Hoy tres de marzo se celebra el Día Mundial de los Defectos Congénitos. Cada año nacen ocho millones de niños con malformaciones o anomalías congénitas. Algunas de ellas se pueden operar intrautero quedando secuelas leves de por vida o recuperándose totalmente y otras pueden llegar a ser tan graves qué el feto puede llegar a morir.
María y Pedro de 29 y 30 años respectivamente, decidieron intentar ser padres. Lo que no sabían es que su viaje en vez de terminar en la playa terminaría en la montaña debido a que su preciosa Mercedes vendría con una espina bífida, una enfermedad congénita. Suerte en la semana 26 de embarazo a María le pudieron realizar una operación dentro del útero para que su preciosa Mercedes se le redujeran las secuelas de la enfermedad.
Cuando la pequeña nació, un 17 de enero no hizo falta cerrarle la lesión por qué gracias a la operación que anteriormente le habían realizado había nacido con todo cicatrizado, ahora solo quedaba esperar a ver qué secuelas le habían quedado.
No tuvo problemas a la hora de empezar a sujetar la cabeza como cualquier niña de su edad, también empezó a controlar esfínteres casi al mismo tiempo que sus compañeros de guardería y a hablar no digamos, porque casi era lo que mejor hacía, y es que Mercedes en cuanto se soltó no paro ni un solo segundo.
Al año y medio cuando empezó la guardería y no tuvo ningún problema a la hora de ir a una ordinaria puesto que no necesitaba de ningún apoyo.
Esto es tan solo una pequeña muestra de como la ciencia ha evolucionado y los efectos congénitos pueden ser solucionados antes de que el bebé nazca y así evitar muchos problemas que antes eran imposibles de solucionar.
Mercedes seguirá creciendo feliz, y seguramente sin ninguna secuela de la enfermedad o si llegase a tenerla la tendría muy leve gracias a la operación que se le realizó antes de nacer.