Hace muchos muchos años, tantos que ni recuerdo la fecha exacta me presentaron a alguien de mi familia, ella es mi tía Mari Tere, tan solo recuerdo de ella que me contaba que vivía en Zaragoza y qué era maestra creo recordar qué de primaria.
La conocí en uno de los multitudinarios cumpleaños de mi abuelo Jesús, dónde nos juntábamos toda la familia.
La verdad es que yo nunca me acordaba de nadie y cada año cuando venía alguien a saludarme tenía que hacer cómo que sabía con que pariente estaba hablando, pero siempre ahí estaba ella mi querida tía Mari Tere, la que siempre que venía se acercaba a mí y tenía un rato para charlar conmigo y sé que nunca lo hacía por compromiso. Empezamos a escribirnos por carta de las de antes, de las de papel y que se escribían de tu puño y letra.
Pasamos mucho tiempo haciéndolo hasta que un día decidí que ya eso era demasiado trabajoso y cansado para mí, ya veis, desde chiquitita apuntaba maneras de vaga, pero nunca me he olvidado de mi tía y de nuestras charlas por carta porque quizá quitando mis padres ha sido la única en la familia qué ha logrado hacerme sentir importante y qué formo parte de ella.
Hacía mucho tiempo que no sabía nada de ella, pero hace unos meses quizá cuando más sola estaba y peor de salud me encontraba, decidí usar algo qué casi por no decir nunca me había dado por usar y era el whatsapp de aquella tía con la que me escribía cuando tan solo era una cría.
Enseguida nos pusimos al día de nuestro día a día y para mi sorpresa a pesar de que habían pasado tantos años no había cambiado absolutamente nada, la sigo recordando tan cercana como cuando era pequeña y puedo confiar en ella para contarle cualquier cosa.
Y para mi sorpresa ahora desde el día en que volvimos a reencontrarnos cada día me escribe mínimo dos veces al día para que mi ánimo no decaiga.
También me cuenta cosas de otra de mis tías que también desde que murió mi abuelo he perdido el contacto completamente con ella, mi tía Angelines. Da gusto ver cómo se quieren y sobre todo cómo se cuidan a pesar de la distancia, pero sobre todo ver el sentimiento de familia unida que tienen.
Creo que de aquí saco una gran enseñanza y es que aunque te entre vagancia nunca tienes por qué perder el contacto con la gente, porque a veces esas personas son las que merecen estar en tu vida.