Cuando un día normal tirando a malo se convierte en un día maravilloso.Siempre hay que mirar las pequeñas cosas.

Este viernes pasado después de visitar mi segunda casa, «hospital doce de octubre» decidí hacer de escapista, me fui todo el día al Parquesur en el Leroy Merlín me tocó recordarles que hay muchos tipos de clientes, entre ellos las personas con discapacidad porque al pasar por uno de sus pasillos se me cayó encima una de sus plantas que se podía considerar un árbol pequeñito, por suerte no me pasó nada pero se me podía haber caido en la cabeza. fui a avisar de que se había caído la planta y la muchacha que vino me dijo que sí que había que mover todo ese pasillo para que pudiésemos entrar con las sillas y que ahora ella me acercaba lo que yo necesitase. Ahí fue cuando me enfadé más aún porque le dije que yo tenía todo el derecho del mundo a poder acceder libremente por toda la tienda y que eso ya tenía que estar movido sin que hubiese tenido que venir yo a decirlo, así que se marchó a buscar al jefe de sección para poder mover todo, pero esto no fue suficiente porque seguía sin poder entrar dignamente así que decidí irme a hablar con la encargada de la tienda la cual me dijo que tenían que revisar ese pasillo, y yo le dije que que solo ese pasillo no, que lo que tenían que hacer era una revisión de toda la tienda, para poder ver si había más pasillos en los que ocurriese el mismo problema.Para finalizar el día decidí ir al cine del mismo centro comercial, y nada más entrar me encontré con la primera barrera arquitectónica, las puertas de los mismos no eran accesibles, es decir no se habrían de forma eléctrica, menos mal que iba en la con personal de seguridad si no me quedo en la calle esperando a que alguien me abra, lo que me pasó al salir porque me quedé atrancada. El cine no salió del todo bien porque las dos películas que quería ver una ya había pasado y la otra era demasiado tarde. Así que me fui a la bolera.

Pero ahí me esperaba otra sorpresita, cuando ya había apagado y me disponía a jugar me di cuenta que tras llevar un año en la cama he perdido toda la fuerza, además de tronco de brazos y no podía jugar. Así que me dirigí al punto de venta de entradas y comenté lo que me pasaba y allí me dijeron que me devolvía en el dinero pero pensándolo bien me preguntaron si había alguna forma en la que yo pudiese jugar, y les dije que sí que si alguien me ponía la bola en la canaleta yo podría lanzar sin problemas, y Tamara una de las trabajadoras de allí no dudo en ofrecerse a jugar conmigo, así que lo que se presentaba una tarde de mierda se presentó la mejor tarde de mi vida antes de pasar por la operación. Y a ella la quiero dedicar esta canción que lleva siendo himno de vida desde hace un año que estoy en la cama.

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