Me faltan tan solo nueve dias para el principio del fin.
Esta es la fecha en la que ingreso en parapléjicos para que días mas tarde me intervengan para cerrarme el segundo ojo ciego.
Este ojo me lleva haciendo la vida imposible desde hace dos años, el primero me negué a echarme en la cama y aguanté unos dolores insoportables que no se los deseo ni a mi peor enemigo.
Ya hace casi un año me decidí a ir a parapléjicos donde definitivamente me echaron a la cama, pudiéndome levantar seis horas al día y metiéndome en una lista de espera para operarme interminable, donde no había orden ni concierto, ahi era el médico el que decidía quién iba primero y quién iba después para operar, así que no podías saber en qué turno ibas.
En fin todo un despropósito porque además si tenías la opción de que el centro de salud se hiciese cargo de tu post operatorio o incluso podrías entrar en la residencia de lesionados medulares te operaban antes ya que no ocupabas una cama en el hospital, y el argumuento que el médico daba era que no había camas para un ingreso tan largo.
En este año me he dado cuenta de algo que quizás antes estaba demasiado ciega para verlo, y es que la familia directa nunca te abandona a pesar de que te hayas portado con ellos todo lo mal que puedas en este mundo, y es que mis padres han estado ahí siempre desde el minuto uno, aunque les haya limitado la vida más de lo que ya la tenían.
Hemos pasado momentos difíciles porque además de mis escaras ha pasado por aquí el Coronabicho más de una vez por desgracia, poniéndonos la vida más complicada si cabe, pero con tesón y un poquito de ayuda de los demás hemos conseguido salir adelante.
Durante el tiempo que llevo en la cama la verdad es que me he sentido muy sola pero hay algunas personas que no se lo puedo echar en cara porque antes de ponerme enferma las hice bastante daño, pero yo sé que si todo hubiese seguido normal ellas hubiesen sido las primeras que hubiesen estado ahí al menos con una llamada para animarme en los malos momentos que han sido muchos.
En este año he aprendido a echar de menos a la gente que más quiero y por supuesto he aprendido de mis errores para ahora cuando pueda tener una nueva vida no volverlos a cometer con las mismas personas si ellas me dejan volver a estar en su vida o con personas nuevas que me dejen entrar en su vida.
Pero tampoco me puedo olvidar de la gente que sí que ha estado ahí desde el principio hasta el final como son mis padres, mis vecinos José Ramón, Jesús y Paloma, mi amiga «ase» como la llamaba yo de pequeña, que en cuanto ha podido ha estado aquí acompañándome un rato, mi amigo Dani que como dice él me conoce como si fuera mi padre porque cuando yo estoy pensando una cosa él ya sabe lo que voy a decir o hacer. Que está siempre ahí incondicionalmente en las buenas en las malas y en las regulares.
Para quien conocí por internet y entró en mi vida como un torbellino igual que salió y sin saber por qué, gracias Gerardo por esas tardes estupendas de risas y confidencias que nos pasábamos en mi casa cuando decidías recorrerte medio madrid para pasar un rato conmigo. Aún recuerdo que tenemos que celebrar nuestros cumpleaños pero ya será cuando salga del hospital y me pueda levantar si es que aún sigue en pie.
Carmen mi segunda madre, siempre tratándome con un cariño especial, siempre ahí para todo aunque a veces te enfades conmigo para que haga las cosas que tú crees que puedo hacer.
Gracias por cuidarme y hacerme las cosas un poco más fáciles a mí y a mi familia.
Y por último no me puedo olvidar de ti, mi pequeño rubiejo de ojos azules consentido, sé que ambos estamos pasando por caminos complicados pero a pesar de todo sé que siempre te he tenido ahí para animarme, cuando muchas veces todo el mundo desaparecía y hasta yo misma quería desaparecer. Sé que a veces soy muy dura contigo pero es que me duele verte sufrir y otras veces no tengo derecho a contestarte como lo hago porque si yo tengo un mal día o algo no me gusta no tengo por qué pagarlo contigo, o en cualquier caso no tengo por qué decirtelo de malas maneras.
Gracias por cuidarme y por quererme aunque sea a veces en secreto por el miedo al que dirán los demás, aunque eso ya te he dicho muchas veces que te debería de dar igual, pero espero que poco a poco lo vayas superando.
Desde aquí quiero dar las gracias a todos los que han estado acompañándome durante este tiempo y a todos los que se han quedado en el camino pero también quiero darle las gracias a todos los que no han estado porque gracias a ellos hoy soy un poquito más fuerte y he aprendido que no a todo el mundo se le puede llamar amigo.